La apología y la mención al ‘’arte’’ deberán desaparecer.
Se reconocerá su banalidad en favor de una gran y poderosa trascendencia y al ser emocional del sujeto y receptor como único precursor de la existencia de éste.
El ‘’arte’’ será única y exclusivamente sinónimo de ‘’alteración padecida’’ frente al estímulo, de la misma manera que se comprenderá como un elemento trivial, prácticamente insignificante en el entorno.
Se consolidarán los términos ‘’campo sensible’’ y ‘’campo emocional’’ del ser como los únicos factores pertenecientes a la realidad. Negando, sin excepción, cualquier otro.
Dilataremos esos campos con el fin de potenciar la evolución que jamás pudimos alcanzar.
Solamente poniendo a prueba su expansión, podremos conocer la fragilidad de nuestros límites.
Y solo tras los límites, la sustantividad de nuestra ausencia emocional.
.
Laus Deo. Ausenta.
Desde el principio, las interpretaciones que condenaron a la historia del arte hacia la gran mentira fueron las precursoras de que, durante su transcurso, una serie de fallidas construcciones sociales se hayan ido cultivando inexorablemente, como un mal vicio.
El simbolismo, la dualidad abstracto-figurativa; términos que van, sin duda alguna, estrechamente ligados al origen de los tiempos. Y es que la voluntad de ‘’comercializar’’ estos conceptos ha hecho que, estratégicamente y a modo de cuentagotas, se haya prediseñado su lanzamiento al mundo como ‘’nuevos movimientos’’ a lo largo de la historia.
Altamira, Renacimiento y Barroco e incluso la revolucionaria corriente de Las Vanguardias del siglo XX, son de una cercana complicidad con este gran proyecto que insiste en hacer del arte un esclavo servidor del entorno, sin dar otra opción que amoldarse a los hechos que suceden.
Os invito a comprobarlo. Y es que si de algún modo, la historia existe tal y como la conocemos, es por la manera tal y como se nos ha educado. Ésta se ha narrado en base a la sucesión recurrente de autores referentes y movimientos asentados. Personas y épocas a los que idolatrar por el hecho de haberse adecuado y haber construido su obra justificándose en las tendencias histórico-sociales en las que se hallaban sumergidos. Y sobretodo, cometiendo el crucial error de recurrir a los símbolos
En ningún momento la historia cuenta la inversa circunstancia de que sea el entorno el que esté a la merced del artista, o mucho mejor dicho, del ser sensible, del ser emocional.
Los motivos…
Todo parte de una fundamental contemplación, y es que si no consideramos el arte como la herramienta motora de la evolución del ser emocional y sensible, toda la historia es un aburrido sinsentido. Pero no es preocupante por aburrida, si no por atentar sin miramientos al porvenir de la evolución humana.
.